Empezamos mirándonos la cara y preguntándonos qué hacer. Teníamos tanto sobre la mesa que no sabíamos que elegir. Optamos por lo que mas nos hace sentir. Levantamos la lengua y la volvimos a bajar. Ahí comenzó el viaje. Sentíamos que teníamos yemas en los dedos, sentíamos que cuando nos reíamos las risas perduraban en el tiempo, escuchábamos los sonidos de los autos al pasar como si fuera mágico, escuchamos un buen rock y movíamos la cabeza sintiendo todos los colores que la música producía en nosotros. Las luces eran hermosas, nunca las vimos tan brillantes, se movían y nosotros con ellas bailábamos. Fue tan genial. Luego de mucho disfrutar, me tomaste de la mano, nos miramos y nos reímos. Sentíamos todo lo que nunca debíamos sentir. Fue bueno conocer otro mundo paralelo, fue inexplicable. Cuando nos tocamos las manos y sentimos que el roce se sentía mas, optamos por seguir. Recorrimos ambos cuerpos con todo el swing, mis pies nunca se habían sentido tan lejos de la tierra. Tu boca gritaba tantas cosas que yo me emocione. Fue interminable, creo que sigo ahí. Dejamos todo y cada gota de sudor valió la pena. El rock se expreso a su mayor porcentaje. Nos dimos un beso y volvimos a dormir. Lo bueno de todo fue que ninguno pensó en nadie mas que nosotros dos y que el recuerdo lo vamos a guardar para siempre. Lo que paso, quedo ahí.
¿Quien hubiese pensado que de algo tan pequeño saldría algo tan memorable?.
Se tiene que repetir, se va a repetir.
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